Francia asume, reconoce y reprueba por vez primera de manera pública, oficial y solemne el inhumano trato que dispensó a los cientos de miles de refugiados españoles llegados en 1939 al final de la guerra civil. Y lo hace por boca de su primer ministro, Manuel Valls. “Fueron humillados. Se les quiso arrebatar la dignidad. Los que huían en busca de la libertad esperaban otro tipo de acogida. Eso no es Francia”.