Emilio Silva Faba compró en los años veinte en Nueva York, ciudad a la que había emigrado buscando suerte, un anillo en el que grabó sus iniciales: E.S. En julio de 1925 volvió a su pueblo en el Bierzo (León) para vender unas tierras y poder montar un negocio al regresar a EE UU. Pero una mujer llamada Modesta le hizo cambiar de planes. Se casaron seis meses después del flechazo y tuvieron seis hijos. A uno de ellos le entregó el anillo horas antes de ser fusilado con otros 12 hombres la madrugada del 16 de octubre del 1936. Modesta lo guardó como un tesoro durante los 62 años que sobrevivió a su marido. Su nieto, Emilio Silva Barrera — E.S. también— lo llevaba este sábado, cuando viajó a la ciudad a la que su abuelo nunca pudo regresar para recoger un premio en el que Emilio Silva Faba había tenido mucho que ver.