Una de las mayores consecuencias del enorme dominio que las fuerzas conservadoras, herederas de aquellas que realizaron el golpe militar en el año 1936 en contra de un gobierno democráticamente elegido, y que más tarde controlaron el Estado dictatorial, fue el forzado silencio y olvido que se impuso a la población sobre los hechos que habían ocurrido durante la II República, lo cual facilitó todo tipo de tergiversaciones y manipulaciones a fin de servir a los intereses de los partidos gobernantes a lo largo del territorio español.