Armados con palos y escopetas de caza, ofrecieron su vida por Sevilla y por la Democracia republicana: La Memoria al servicio de la Justicia. Día 58
Sevilla, 18 de julio de 1936. Los sublevados siembran la muerte por las calles de la ciudad. A sangre y fuego, el comandante Castejón y el capitán Ramón de Carranza –enviados por el sanguinario Queipo– y los legionarios a su mando se parapetan detras de niños, mujeres y ancianos para asaltar y tomar las barricadas de la Plaza de San Marcos, Triana, La Macarena, San Gil, San Julián, San Bernardo…, donde unos pocos obreros resisten con cierto éxito, en algunas zonas hasta el día 22. Entre 6.000 y 20.000 personas (según la fuente) de toda condición, políticos como el Alcalde de la ciudad, el Gobernador Civil o el Presidente de la Diputación Provincial, concejales, militares, guardias civiles y de asalto, sindicalistas y militantes de izquierda son apresados, aniquilados brutalmente y sepultados en enormes y anónimas fosas comunes en el cementerio capitalino.