A sus 86 años, el exgeneral argentino Reynaldo Bignone no se arrepiente de nada. Poco parece importarle que vaya a pasar el resto de su vida en prisión, o que su nombre ya sea sinónimo de fusilamientos y robos de bebés. A pesar de todo, su rostro aún conserva la misma frialdad que en los años 70, cuando participaba activamente en la sangrienta dictadura.