Parece mentira que, cuarenta años después de la muerte del dictador Francisco Franco, la cultura democrática no haya enterrado –cuando no prohibido legalmente, como acontece en Alemania o Italia con Hitler y Mussolini– la exaltación de una persona y de su obra antidemocrática y autoritaria, el elogio de un militar –un caudillo, según sus seguidores- que traicionó todos sus solemnes juramentos, empezando por la bandera legal de la República, y que dio un golpe de Estado con el que impuso un sangriento régimen dictatorial. Pero ahí estamos, otra vez, asistiendo a la vergüenza de ver cómo se autoriza la celebración de actos que reclaman la desaparición de la democracia alabando a quien no tuvo otro fin que destruirla. Y permitiendo al fascismo redivivo la desvergonzada utilización de la memoria histórica que la derecha niega a la izquierda, acusándola patéticamente de “rencorosa” por pretender sacar a la luz los sacrificios –e incluso los huesos enterrados en las cunetas- de quienes dieron su vida defendiendo la democracia durante la guerra civil y luchando contra la dictadura mientras Franco gobernó.
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Marcha por la Memoria Histórica
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40 AÑOS DE DESMEMORIA
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«Teníamos que tirar tres tiros a la espalda y dos a la cabeza. Empezaba la corneta: ti ti tipara que preparáramos. Cuando volvía a hacer ti, tirábamos del gatillo. Todos caían hacia atrás. Se quedaban allí un poco, sangrando. Luego los cargaban en un camión basculante, no sé dónde los enterraban».
Ahora tiene que morir la impunidad del franquismo
40 años ya desde la muerte del dictador. Y los crímenes del franquismo siguen impunes.
Se va acercando el momento en que concluya esta insólita y bochornosa situación que ha provocado repudios y condenas de todos los organismos que componen el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y de múltiples instituciones y asociaciones de todo el mundo, pero a día de hoy no hay verdad, ni justicia, ni reparación.
Lo que queda del franquismo 40 años después de la muerte del dictador
Laura Jarmillo tiene 20 años, es de Medellín (Colombia), llegó a Madrid en septiembre a completar sus estudios de Periodismo. Dice que “nunca había oído hablar de Franco y a los cinco días de estar aquí ya sabía quién era”. David López es natural de Albacete y también es estudiante universitario. “La última vez que oí hablar de Franco – explica-, fue ayer: subí a un taxi, el conductor iba hablando por teléfono y fijó una cita en la plaza del Generalísimo”. Cuarenta años después de la desaparición física del dictador y de la “modélica” transición hacia la democracia que consagró la monarquía constitucional como forma de Estado y el bipartidismo imperfecto como sistema político, vale preguntarse qué queda del franquismo. Hoy 22 millones de españoles tienen menos de 40 años y no lo conocieron, 7,5 millones tenían menos de nueve años cuando murió el dictador y no lo padecieron y los restantes 17 millones tenían más de 10 años y recordarán aquellas fechas y los últimos coletazos de aquel régimen de oprobio e indignidad.