Campañas rastreras

Transcurridas ya casi cuatro décadas desde la transición sabemos con certeza que el franquismo no pasó en vano. La España que surgió de esos años que van de 1977 a 1982, por más que volviera a ser una democracia formal, carecía de relación alguna con la España aplastada por el golpe militar de julio de 1936, por la guerra y por la interminable represión. Esto afecta a todos los partidos pero muy especialmente a la izquierda, aniquilada sin contemplación alguna. Sin embargo, ocurre algo curioso: la derecha surgida de la dictadura y de la transición tiene relación con el franquismo. No sólo es que la antigua AP (creada por conocidos franquistas) o el PP que le sucedió no hayan abordado nunca algo parecido a una ruptura con el pasado franquista, sino que incluso algunos de los principales líderes del PP asumen tranquilamente aquel régimen. Esta actitud ha ido a más con el tiempo. Incluso hemos podido ver  cómo se negaban a realizar mapas de fosas o cómo no aplicaban la descafeinada normativa legal tras la aprobación de la ley de memoria histórica. Estamos una vez más ante el viejo lema de la derecha española: acato pero no cumplo.

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