La Transición de la dictadura a la democracia en España se hizo bajo el enorme dominio de las fuerzas conservadoras, herederas de la derecha española (que en el abanico electoral europeo corresponde a la ultraderecha), lo cual explica que el producto de aquella Transición —la democracia española— haya sido una democracia muy incompleta, de muy baja calidad, poco representativa, poco redistributiva, con un escaso desarrollo social, con un elevado nivel de corrupción y sin ningún reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado español. Esta democracia, producto de dicha Transición inmodélica, está centrada en un Estado uninacional, controlado en la práctica por un bipartidismo muy acentuado que, ayudado por las fuerzas conservadoras radicadas en las periferias, controla todos los aparatos del Estado.