El Gobierno francés ha decidido otorgar la más alta condecoración del Estado a los supervivientes españoles que pasaron por los campos de concentración nazis. Ha tenido que ser un país extranjero, una vez más, el que reconozca como héroes a esos andaluces, catalanes, gallegos, valencianos, castellanos… que lucharon por la libertad de España y de Europa. No es un gesto casual e improvisado. Es un acto de Política con mayúsculas que deja en muy mal lugar a los negociantes y burócratas que dirigen las riendas de nuestro país.