Al menos 600 argentinos cruzaron el Atlántico para defender la República durante la guerra civil española, algunos murieron, otros fueron encarcelados y casi todos cayeron en un olvido del que han sido rescatados por un grupo de historiadores locales empeñados en recuperar su memoria.
Sus historias han sido recogidas en el libro Voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española, elaborado por un equipo de investigadores de Mar del Plata, a unos 400 kilómetros al sur de Buenos Aires.
Los brigadistas argentinos, explica el historiador y coautor del libro, Jerónimo Boragina, integraron el segundo mayor contingente de voluntarios latinoamericanos en defensa de la República, sólo superados por los cubanos, unos 1.200.
El grueso terminó en la Brigada Lincoln, encabezada por estadounidenses, canadienses e ingleses, y una minoría se incorporó al ejército republicano.
Aunque cientos murieron y fueron heridos en la guerra, muy poco -lamenta el historiador- se ha hablado del papel de los brigadistas latinoamericanos.
Los que regresaron a Argentina enfrentaron acusaciones y procesos judiciales, aunque, según explica el historiador, nunca fueron sentenciados.
Muchos se integraron en asociaciones de veteranos vertebradas en torno al Centro Republicano Español y mantuvieron su lucha contra el franquismo y en defensa de la liberación de sus compañeros presos.
Sólo tres: Luis Alberto Quesada, Juan Arhaucet y Manuel Villar, fueron condenados a muerte o cadena perpetua por la dictadura y liberados por intermediación del gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962) ante el régimen franquista.
Quesada, 16 años
Quesada, nacido en Argentina de padres españoles, se enroló en el ejército republicano con 16 años y llegó a ser el comisario de brigada más joven de España.
Luchó durante tres años en el frente y, tras el triunfo del bando nacional, fue internado en un campo de concentración en Francia; combatió con la Resistencia hasta que regresó a España, donde fue traicionado, detenido y condenado a muerte.
Las gestiones de su familia en Argentina y la presión internacional lograron que se conmutara la pena por cadena perpetua.
En España fue traicionado, detenido y condenado a muerte Pasó 13 años en cárceles españolas, la mayor parte en el penal central de Burgos, en el que desplegó una intensa actividad cultural y participó en el grupo La Aldaba, que elaboraba revistas clandestinas.
Tras su liberación, fue condenado al destierro perpetuo y regresó a Argentina.