Tomás Marín MartínezNací en Podevilla, un triste pueblo de la provincia de
Albacete, próximo a
Mis padres eran campesinos sin tierras. Él (Juan), trabajando de sol a sol seis de los doce meses del año en los cortijos de los terratenientes por un salario de hambre; analfabeto, pero de una clara inteligencia para darse cuenta de la explotación del jornalero manchego. Ella (Braulia), una hermosa mujer, madre de cuatro hijos, analfabeta también y no precisamente por culpa suya, sino de la política caciquil y elitista del país; pero de una mente privilegiada, una enciclopedia viviente de la cultura popular, que a sus cien años cumplidos era capaz de contar más refranes y dichos populares que Sancho Panza. Yo era el penúltimo de los cuatro hijos y ya a los cuatro años tenía que ocuparme de mecer la cuna del hermano menor para que mi madre pudiera ocuparse de las tareas de la casa y de la pequeña huerta que teníamos (en una ocasión le di con tanta fuerza que volqué la cuna, con lo que me llevé un susto tremendo). Sólo dos años pude ir a la escuela, lo suficiente para aprender a leer y algo de escritura y cuentas. El campo me reclamaba para llevar un mísero jornal a casa, como la mayoría de los niños del pueblo. El 14 de abril de 1931, había cumplido seis años, y mis recuerdos son: la
alegría de la gente por las calles, el hondear de la nueva bandera tricolor, la
pegadiza charanga del himno de Riego, tan alegre. Yo escuchaba las
conversaciones de los mayores:
Pero pasaban los años y
Recuerdo que hacia
En febrero de 1936 mis padres tuvieron que ir al pueblo para votar. Al siguiente día ya se conocía que el Frente Popular había ganado las elecciones y yo le pregunté a mi padre a quien había votado, contestándome que el quería votar a la izquierda, pero que si así lo hubiera hecho lo habrían echado del trabajo; y tenía que elegir entre dar o no de comer a la familia y no tenía elección. Esto me produjo un tremendo impacto, pues consideraba una tremenda injusticia que alguien tuviera que hacer lo contrario de lo que pensaba por la coacción de otra persona y descubrí (años más tarde) lo que era el caciquismo y hasta donde podría llegar la explotación del hombre por el hombre, el miedo y el hambre; y desde entonces una formidable rebelión me invadió y alimentó toda mi existencia, contra la injusticia, contra la explotación, contra cualquier tipo de coacción; y desde entonces (tenía 11 años) no he dejado de luchar contra ello y de informarme del porqué de estas situaciones, llevándome a militar siempre en partidos de izquierdas, a leer y a informarme (soy un autodidacta y he leído todo lo que he podido adquirir de Marx y de Lenin). La República, la del Frente Popular, la buena, había vuelto, y de nuevo veía a la gente del pueblo alegre, y se hicieron desfiles con banderas y cantos. Los jornaleros hablaban mucho y contaban que en Rusia había habido una revolución; que Lenin había repartido las tierras de los terratenientes al pueblo, y había construido escuelas y hospitales; que ya no había ricos ni pobres, que todos eran iguales y los campesinos tenían tierras; y que aquí había que hacer una revolución y repartir las tierras de los terratenientes y de esta manera todos serían como hermanos y tendrían trabajo y no se pasaría hambre. A veces participaba en las conversaciones de los mayores y era partidario de la revolución para que nadie pasara hambre y todos tuvieran tierras. Cuando se sublevaron
los militares y empezó
En efecto, España se había partido en dos y nosotros estábamos en la
retaguardia de
Volvimos al pueblo (Podevilla) y durante toda
la guerra vivimos lejos de los horrores que nos contaban y oíamos por la radio.
Finalmente vino la reforma agraria. Hubo reparto de tierras, pero no de forma
individual sino colectiva, de manera que todos trabajábamos en la finca que nos
había tocado en las labores propias, bajo las órdenes de un funcionario de
Todo se hacía bien, todos trabajábamos con alegría, pues nos habían dicho
que teníamos que producir mucho para alimentar a los soldados que defienden a
Pronto llegaron las movilizaciones y los hombres tuvieron que ir a la guerra y sólo quedaron en el pueblo las mujeres, los viejos y los niños. A pesar de ello las labores del campo se hacían, así como la recogida de cosechas entre todos los que quedamos. Mi hermano mayor, con 19 años, fue reclutado, y tras el período de
instrucción estuvo en Segorbe (Castellón), Barbastro y Gerbe de Huesca;
finalmente participó en la batalla del Segre en Vallfogona de Balaguer, en donde encontró la muerte
defendiendo a
El año 1939 llegaron
los nacionales al pueblo y todo al revés. Tras tres años en que nos parecía que
Desconozco las personas detenidas que fueron asesinadas por los fascistas, pero si que algunos fueron condenados a muerte y posteriormente indultados, y otras pasaron muchos años en la cárcel. Prisiones terribles por su hacinamiento, insalubridad y falta absoluta de higiene, alimentación de campo de exterminio, etc. Muchos murieron de tuberculosis, de enfermedades curables y de hambre. Y lo peor llegó enseguida: el hambre y el paro: las cartillas de racionamiento totalmente insuficientes y como carecíamos de dinero por falta de trabajo, tampoco podíamos acudir al estraperlo. Durante la década de los cuarenta (los años del hambre) yo trabajaba de
peón en una finca en la que mi padre hacía de encargado. Su propietario, un
coronel auditor de guerra de
A partir del 41 se reorganizó en toda la zona albaceteña el ejército guerrillero de los Maquis. La finca del coronel auditor (¿a cuántos prisioneros envió a la muerte?), venían los maquis, los ocultamos, les dábamos comida, e incluso en ocasiones les guardábamos las armas, con el riesgo que ello suponía. Sólo pensar que el coronel auditor se hubiere enterado de que su finca era utilizada por los maquis, se me pone los pelos de punta. El año 46 me tocó hacer el servicio militar, en ese año,
Trabajé en SAFA de Blanes con salarios muy bajos y un trabajo peligroso. En Barcelona recorrí varias empresas y de garajista, consiguiendo sacarme el carné de conducir y hasta el de taxista, me hice de una licencia y un coche hasta la jubilación. El año 1955 contraje matrimonio con Primi. Nos pusimos a buscar piso. Me estafaron en la compra de un piso, por lo que buscamos hasta dar con uno de alquiler, en el que hasta hoy vivimos, en L’Hospitalet. El trabajo con el
taxi me permitía mucha movilidad y tiempo para la política. Me afilié al PSUC,
en el sector del taxi éramos pocos, pero estábamos organizados. Recorriendo la
ciudad me informaba de todos los movimientos, huelgas y manifestaciones de
obreros, de los campesinos, de los estudiantes, etc. Participaba en los
movimientos sociales de L’Hospitalet, en las luchas
contra la especulación del Ayuntamiento franquista y sus planes de urbanización.
Al mismo tiempo fundamos
El 7 de julio de 1970, en plena represión franquista contra la clase
obrera fui detenido, encarcelado, procesado y sentenciado años más tarde por el
Tribunal de Orden Público. Entre otras actividades, hacía de correo al PCI donde
había volado tras la escisión del PSUC de 1968. Fui sometido a muchas horas de
interrogatorios, de malos tratos, hasta que comprendieron que no me iban a sacar
nada, me enviaron a
Durante esta época (finales de los 60 y comienzos de los 70) mi actividad
en la lucha antifranquista era trepidante: repartiendo
en mano la correspondencia que recibía. Actividad sindical en el taxi;
participación de todos los movimientos sociales del barrio y colindantes en las
Asociaciones de Vecinos “Collblanc-Torrassa”, “Florida”, etc;
reuniones de partido, de asociaciones de vecinos, de
Mi proceso en el TOP
fue largo, pues por cuatro veces se suspendió el juicio por diversas causas,
finalmente el Juicio en el Tribunal de Orden Público se celebró en el otoño de
1972 bajo
Para mí, que era la primera vez que me veía ante un Tribunal como reo, era algo alucinante. Todo el ritual era como participar en un teatro, con comediantes, protagonista, público, argumento y telón final. El Presidente Mateu era el maestro de ceremonias. Moreno, peinado hacia atrás, suavemente engominado, dirigía la función con mano dura, campanillazo cada vez que el abogado defensor se extralimitaba en las preguntas. En fin, me salieron tres años de los seis que me pedía el Fiscal. Fue una
experiencia importantísima en mi vida, ya que pude comprobar en mis propias
carnes lo que era la represión franquista y, así mismo, entablar conocimiento de
los “abogados laboralistas”, que, desde su ámbito, luchaban contra el
franquismo, por los Derechos Humanos, por la libertad y por
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