Rafael González Polonio

Soy un niño de la guerra. Nací en Montilla (Córdoba) el 1 de abril de 1933, tenia solo tres años cuando se produjo el alzamiento contra la república, y aunque la guerra , a los niños, nos obligo a hacernos hombres muy pronto, de aquellos primeros días se lo que mi madre me contaba.

Mi padre Manuel González León nació en Lucena (Córdoba) el 30 de Noviembre de 1909, de profesión carbonero y de ideología comunista (fundador del partido comunista en Montilla). Tras la toma de la localidad por los fascistas el 18 de julio del 36, mi padre se fue al campo junto con otros montillanos, entre ellos uno apodado "el Chicuelo" (fusilado en 1940) y mi madre, Encarnación Polonio, de 24 años de edad y dos hijos, yo con tres años y mi hermana con uno, se fue al rancho de carbón que mi padre tenia en la sierra. Estuvimos poco tiempo en el rancho ya que al día siguiente se presentaron unos falangistas y le dieron un ultimátum a mi madre en el sentido de que o se presentaba mi padre, en 24 horas, o vendrían a buscarla a ella. Aquella misma noche, la familia entera, con tíos y primos, huimos a lomo de tres bestias y terminamos pasando la guerra en Úbeda (Jaén).

Mientras, mi padre alcanzó el grado de capitán en el ejército republicano y tras la caída de Barcelona tuvo que salir huyendo hacia los campos de refugiados franceses. La información que nos facilitó la Cruz Roja sobre su destino es la siguiente: Fue hecho prisionero por los alemanes y trasladado al Stalag 140 con el número de prisionero 7.875. Lo trasladaron al campo de Mauthausen el 22 de julio de 1941, el mismo mes que salieron de España los primeros contingentes de la División Azul para apoyar al ejército alemán en suelo soviético. Llegó al campo de Gusen el 20 de octubre de 1941, junto con una expedición de cerca de 2.000 españoles. Probablemente coincidió allí con su hermano Juan, que había llegado al campo en febrero. A mi padre lo mataron el día 25 de noviembre de 1941. Le faltaban cinco días para cumplir los 32 años,  y poco tiempo después murió también en Gusen su hermano Juan.

Al terminar la guerra, volvimos a Montilla y mi madre con 2 hijos pequeños tuvo que afrontar la posguerra con hambre, con miseria y con el estigma de ser la mujer del rojo y los hijos del rojo. Por encima del hambre, de la miseria, de la cartilla de racionamiento, de las colas por el puchero o por un puñado de patatas, por encima de todo lo que tengo grabado de aquella época es por un lado el ir por el paseo del pueblo, con 8 o 9 años, y cruzarme con un hombre que me pega dos patadas mientras me dice "fuera de aquí rojillo malo" y por otro lado a mi madre llorando cada vez que yo le leía las cartas que mi padre mandó desde Francia y Alemania y por supuesto el día que recibimos la confirmación por parte de la Cruz roja de su muerte en Gusen.

Y así fue pasando el tiempo, mi madre sirviendo y yo desde muy temprana edad trabajando en el campo o donde podía.

Ya en febrero de 1957 emigré a Barcelona, como tantos andaluces. Aquí empiezas a trabajar y te das cuenta que también te explotan en las empresas. En 1960 entré a trabajar en Aluminio Hispano Suiza. Mientras tanto mi madre y mi hermana se trasladaron a Barcelona . Mi madre empezó a cobrar la pensión de viudedad del gobierno alemán, compró una casa y nos instalamos en San Feliu de Llobregat donde yo me casé, tuve mis dos hijos y sigo viviendo.

Al entrar en Aluminio Hispano Suiza conocí a Felipe Alcántara , con el cual me unía la inquietud por mejorar las condiciones laborales y la lucha contra el franquismo para lo cual nos fuimos acercando a mi primo Antonio González,  Paco Ruiz en Cornellá o a José Cano en San Feliú. Empecé a ir a reuniones clandestinas de las comisiones obreras y del partido comunista (PSUC). Eran reuniones en alguna iglesia o en alguna montaña pero poco a poco se fue organizando en el Baix Llobregat un grupo de personas que utilizando las posibilidades legales en el sindicato vertical empezaron a organizar un movimiento de lucha obrera con un marcado carácter político, de lucha antifranquista, que culminó con tres huelgas generales entre 1974 y 1976 en el Baix Llobregat y que hizo que la comarca se convirtiera en un verdadero "cinturón rojo".

Paralelamente en la empresa conseguimos entrar en el comité y empezamos un proceso de lucha en defensa de los intereses de los trabajadores que culminó con una huelga de 44 días, a principios de los setenta, en defensa de un convenio justo y  conseguimos mejorar las condiciones de trabajo y económicas de forma sustancial. Al mismo tiempo nos ganamos el respeto de nuestros compañeros hasta el punto que en las siguientes elecciones sindicales sacamos casi el 100% de votos.

Como cargo sindical de mi empresa y en el ramo del metal participe como experto en convenios de otras empresas como "KD" o en la famosa huelga de "ROCA" como miembro de la comisión mediadora. Fui miembro de la comisión del convenio comarcal durante tres años y participe en el primer convenio provincial.

En la transición política y con la legalización de CC.OO. salí elegido, en asamblea, secretario general en Sant Feliú de Llobregat cargo que abandoné para dedicarme de pleno a la empresa, que presentó suspensión de pagos en la crisis económica de finales de los setenta (1977). El comité de empresa intentó formar una cooperativa pero en Madrid nos negaron el crédito que curiosamente era inferior a la cantidad que pagaron con las indemnizaciones. Intentamos durante unos meses mantenernos fabricando y vendiendo en los mercadillos hasta que al final tuvimos que desistir ya que los proveedores nos negaban el aluminio; probablemente la España de finales de los setenta no estaba por la labor de que hubiera cooperativas obreras. Al final cobramos una parte de las indemnizaciones , que ganamos en juicio, del fondo de garantía salarial y el resto nos lo sigue debiendo el gobierno.

En 1981 se produce la ruptura del PSUC, en el V congreso, y me voy al PCC donde fui cabeza de lista en las elecciones municipales de 1983 en Sant Feliú. Después abandoné el partido por discrepancias con la línea política y desde hace años no pertenezco a ninguna organización política ni sindical.

A nivel personal después de plegar de Aluminio Hispano Suiza, estaba muy señalado en la comarca, no pude encontrar trabajo y a los 55 años me tuve que acoger al subsidio de paro y después a la jubilación anticipada con la pensión mínima.

Pero a pesar de todo tengo buenos recuerdos y me siento orgulloso del homenaje que recibí de mis compañeros de Aluminio Hispano Suiza, después de haber cerrado la empresa, al igual que a otros miembros del comité entre los cuales quiero tener un recuerdo para Felipe Alcántara que en paz descanse.