Oleguer Bellavista Bou (1928-2005)Per Francisco Ruiz Acevedo El día 29 de noviembre de 2005 falleció Oleguer Bellavista a los 77 años. Su repentina muerte me causó un verdadero impacto pues unos días antes, el 17 de este mismo mes, intervino en el acto de presentación en Sant Joan Despi de la Asociación para la memoria histórica del Baix Llobregat, de la que era socio y con la que colaboraba de forma entusiasta con artículos y biografías obreras. Consigo se ha llevado una fuente inagotable de vivencias y testimonios muy útiles y necesarios para la recuperación del memorial democrático antifranquista. Era un sacerdote del Concilio Vaticano II. Su compromiso social y su vocación democrática marcaron, en exclusiva, su impecable trayectoria. Había nacido en Sabadell el 5 de marzo de 1928 en el seno de una familia trabajadora. Su padre, Pere Bellavista, y su madre, Maria Bou, habían trabajado en el ramo del textil. Tenía dos hermanos: Josep y Mª Dolors. Durante 28 años fue un sacerdote comprometido con los movimientos católicos obreros. Había ejercido de rector durante más de 10 años de la iglesia de Sant Jaume, barrio obrero de Almeda de Cornellá, entregado totalmente a la ayuda y a la defensa de los trabajadores. En 1962 organizó conferencias sobre el movimiento obrero en las que participaron el abogado laboralista Antoni Cuenca y el historiador Josep Benet. Conocí a Oleguer en 1964 cuando con Antonio González y Rafael Cruz le solicitamos permiso para poder reunirnos los trabajadores en la Iglesia. Eran tiempos de la dictadura franquista y los trabajadores estábamos sometidos al sindicato vertical dominado por el partido único de Falange Española. Oleguer nos abrió las puertas de la Iglesia para poder ejercitar el derecho de reunión. En 1965 en la Iglesia de Almeda se crearon los cimientos para fundar las CC.OO. del Baix Llobregat. Recuerdo que antes de empezar las reuniones tapaba con una sábana la imagen de Cristo. Allí se organizaron las candidaturas unitarias para el asalto al sindicato vertical en las elecciones de septiembre de 1966, que se convirtieron en un rotundo éxito para el nuevo movimiento obrero, pues supusieron un eslabón de los dirigentes con la base obrera de las empresas y el comienzo en nuestra comarca de uno de los movimientos sociales más importantes de Catalunya, cuyo exponente máximo fueron las tres huelgas generales que se realizaron entre 1974 y 1976. Oleguer fue el sacerdote que más se arriesgó. Junto a su hermana Mª Dolors, en su modesta vivienda anexa a la parroquia confeccionaba miles de octavillas y documentos clandestinos sin hacer distinción entre los diversos grupos que entonces existían. Si lo hubieran descubierto le habría supuesto largos años de prisión. A través de él se compró una multicopista eléctrica para las CC.OO. del Baix Llobregat. Cuando se averiaba, Antonio García y yo teníamos que trasladarla a la parroquia en una moto con sidecar tapada con una manta mientras, que el artefacto que nos servia de transporte, temblaba por los cuatro costados a causa del miedo que pasábamos. Oleguer fue consiliario de los grupos laicos de la Iglesia como las JOC (Juventud Obrera Católica); la ACO (Acción Católica Obrera) y la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica). Estas organizaciones y los militantes del PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) impulsaron y organizaron el nuevo movimiento obrero de la comarca, compuesto en su mayoría por inmigrantes llegados en las décadas de los sesenta y setenta. Oleguer desarrolló un determinante papel en estos grupos laicos, en los que destacaron Joan Estrada y su esposa Maria Figueras, Paco Arias, Blas Asencio, Sabina Figueras, Marta López, entre otros. Era el rector de la iglesia más paupérrima de Cornellá, acorde en aquel momento, con las condiciones de vida de los vecinos del muy castigado barrio de Almeda. En más de una ocasión se enfrentó con el arzobispo de Barcelona, Marcelo González, al que le dirigió en el año 1967 una valiente carta cuyos párrafos más sobresalientes fueron: Las Comisiones Obreras son uno de los signos claros y reales de la promoción colectiva de la clase obrera en nuestro país. Han nacido de abajo a arriba, y esto es un signo de promoción. La Iglesia aparece íntimamente ligada y comprometida con los que gobiernan actualmente y con los ricos, y por lo tanto con sus injusticias. Hoy la Iglesia debe manifestarse a los hombres como SERVIDORA de la humanidad, y no como dominadora o poderosa. Este servicio debe manifestarse con signos visibles e inteligibles hacia los pobres. El 22 de abril de 1967, tras dos años de reuniones, la BPS (policía política del régimen franquista) detiene a cuarenta y dos personas a la salida de una reunión en la iglesia. Dieciséis de ellas, miembros de CC.OO, son juzgadas por el TOP (Tribunal represivo de la dictadura) y condenadas a tres y seis meses de cárcel que cumplen, entre 1969 y 1970, en la Modelo de Barcelona. A favor de los trabajadores testificó Oleguer Bellavista, quien ante una pregunta del presidente del tribunal “juró por Dios que en la reunión no se habló de política”. Oleguer no militó nunca en ninguna organización sindical o política. Su militancia comenzaba y terminaba en el evangelio. Tan sólo le guiaba servir y ayudar a los demás, en contraposición constante con la Iglesia católica oficial, una institución que había colaborado con el franquismo durante los cuarenta años de represión. En el año 1970, le desposeyeron del pasaporte por unas declaraciones filmadas que realizó contra la dictadura de Franco ante la Televisión Francesa y que emitieron varias televisiones europeas. Pero Oleguer Bellavista no sólo ha sido un defensor incansable de los derechos humanos y de los trabajadores, sino también de las libertades sindicales, democráticas y nacionales de Catalunya. Asimismo, nos ha legado una amplia trayectoria intelectual con sus ocho libros (algunos prohibidos por la censura franquista), numerosos artículos y biografías obreras y conferencias. Oleguer ejerció diversos cargos: profesor de religión en el Instituto Eugeni d’Ors; fundador y director, entre 1963 y 1977, de la revista “Correspondencia”; secretario del grupo de no alineados de la Assemblea de Catalunya; fundador y secretario de “Trobada Permanent d’Entitats d’Església” durante el periodo 1975-1981; fundador y director de l’Àrxiu Históric Municipal de Centelles (Osona) desde su fundación en 1988 hasta el mes de septiembre de 1999; y revisor del catálogo de la JOC y de ACO de l’Axiu Diocesá de Barcelona, entre otras muchas colaboraciones. El año 1982 se secularizó y se casó con Pilar Martí Sanahuja, de la que enviudó. Esta mujer jugó un gran papel en la última etapa de su vida. Con ella se complementaba pues compartían los mismos sentimientos religiosos y la misma lucha altruista y decidida por la defensa de los trabajadores, de los pobres y de las libertades democráticas. En conversaciones íntimas siempre me manifestó cuánto la añoraba. Terminó refugiándose en la población de Centelles, donde asistí a su entierro el 30 de noviembre de 2005. Él siempre se consideró integrado en Cornellá de Llobregat, donde ha dejado multitud de amigos que le recordaremos por siempre. Fue un hombre bueno pero también ha sido el gran olvidado. Espero que cuando este recordatorio salga a la luz, en el próximo número de la revista “Memoria Antifranquista del Baix Llobregat”, entre todos le hayamos rendido el homenaje popular que se merece. Sin duda alguna fue un ilustre “peatón de la historia” del Baix Llobregat. La Asociación para la memoria histórica y democrática del Baix Llobregat, ha promovido y conseguido que el Ayuntamiento de Cornellá, como Institución, organice como homenaje y reconocimiento un acto popular para fechas próximas, así como que su nombre figure en una plaza del barrio de Almeda. ¡Más vale tarde que nunca!
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