Manuel Nogales Boya


Por Francisco Ruiz Acevedo

Nació en Villanueva del Fresno (Badajoz)  el 10 de mayo de 1938, en plena guerra civil. A la edad de tres años se quedó huérfano tras la muerte de su madre María Boya Gómez en 1941. También quedaron en orfandad su hermana mayor María con seis años y la pequeña Soledad con 9 meses.
Su padre Manuel Nogales Perna, jornalero del campo, se incorporó al ejército Republicano para defender la legalidad de la II República Española ante la sublevación fascista del 18 de julio de 1936, que en Extremadura tuvo un balance trágico: 1830 asesinatos en Cáceres y 12000 en Badajoz con la matanza en la plaza de toros en donde los fascistas jugaban al tiro al blanco, desde las gradas, con los republicanos concentrados en el ruedo. Fue hecho prisionero pero se salvo de la cárcel o tal vez de ser fusilado, gracias a una tía suya que tenía amistad con un alto cargo falangista. Es todo cuanto sabe de la suerte de su familia ante el silencio implantado por el terror franquista.
Niño de la posguerra, sin madre y un padre muy trabajador pero con cuatro bocas a alimentar:
“Los recursos económicos eran mínimos. El pan de estraperlo costaba más de lo que se ganaba. Para llevarte un bocado a la boca se hacía sopa de pan, con más pimienta y cebolla que pan, que a la hora de habértelo comido te entraban unos ardores de estomago que rabiabas de tanta pimienta que tenía. Además, encima tenías que estar agradecido porque te la daban. Como éramos tres niños de una misma familia uno tenía que pagar una cuota al Ayuntamiento porque en caso de no pagar el Ayuntamiento no se hacía cargo del resto de mis hermanos. Casos como el nuestro estaban al orden del día”.
“Ya os podéis imaginar mi infancia. A los seis años guardando ganado, a los diez machacando almendrilla, ya veis la fuerza que podía tener a esa edad aunque me dejaban los montones más fáciles. Los montones eran de metro y valían entre 15 o 18 pesetas. También apañaba bellotas en saca que se pagaban entre 8 o 10 pesetas la saca. También fui peón de albañil, pocero, barrenero con mi padre…así hasta que tenías que hacer el servicio militar obligatorio”.
 Manuel Nogales fue uno más de las decenas de miles de inmigrantes que tuvieron que dejar su tierra para poder subsistir. En 1961 llegó a Sant Boi, en el 62 a Cornellá de Llobregat y en el 65 fija su residencia en Sant Joan Despí en donde vive en la actualidad. Fue un gran amigo de su paisano Jose Fuentes, apodado “el violas” (fallecido), que trabajaba en Pirelli Moltex. Aunque no militaba en partido alguno su casa, que no estaba marcada, fue refugio de reuniones clandestinas.
En Catalunya, tierra de promisión sufrió la explotación en su cara más descarnada. Trabajó de peón albañil a destajo con pico y pala para sacar adelante a su familia y su nuevo hogar. Trabajó en empresas como Fergat, Fundiciones Serra-Hermes, Industrias Cusi y en laminados instalada en Sant Just Desvern. En una empresa de transporte le despidieron como consecuencia de la denuncia presentada por un enlace sindical a la empresa de que era un revolucionario de Cornellá que estaba, con otros chóferes, intentando hacer una plataforma reivindicativa para un convenio colectivo para cambiar la situación de los bajos salarios y abuso por parte de la empresa. El juicio en Magistratura del Trabajo fue defendido por los abogados Albert Fina y Montserrat Avilés.
En el año 1972 entró a trabajar en la factoría SEAT gracias a una recomendación de Cabello Alba destacado terrateniente de la provincia de Córdoba, al cual le había dirigido una carta su amigo Rafael López “Chupita”. Esta empresa por el número de trabajadores y por su situación de “conflicto continuo” se había convertido en el buque insignia de la clase obrera de Catalunya. Las sanciones, despidos y la represión patronal y policial estaban al orden del día, que disponía de un severo reglamento interior militarizado. Pocos meses antes de entrar en Seat , el 18 de octubre, la policía entra en la fábrica, donde después de duros enfrentamientos con miles de trabajadores logra desalojar la factoría provocando numerosos heridos y la muerte posterior, el día uno de noviembre, del trabajador Antonio Ruiz Villalba.
“A los seis meses de estar trabajando, junto con otros compañeros, formamos una pequeña asamblea dividida en secciones. Salíamos de la línea de trabajo, para hablar de los muchos problemas que había, aunque para salir de la línea tenías de policías a los encargados que eran los que te denunciaban. Estos te apuntaban en la lista negra para cuando hubiera un conflicto. Cuando estabas en la lista negra ya sabías lo que te esperaba. Esa era la misión de los encargados-carceleros; ellos nos marcaron a muchos hombres, sobre todo, en los conflictos que se produjeron a finales del 73 y principios del 74. Fue cuando hubo una buena enganchada y fuimos despedidos unos trescientos, aunque de los que destacamos éramos unos 40 o 50 trabajadores”.
“En el año 1974, ya despedidos, hay una contraseña de que tenemos que ocupar el campo de fútbol del Barcelona. Pero toda manifestación que se hacía en la ciudad estaba plagada por la BPS (Brigada político-social). Ahí fue donde me detuvieron y me llevaron a la JSPB (Jefatura Superior de Policía de Barcelona) en Vía Laietana. No cabe contar como las gastaban para hacerte “cantar”.Yo nunca había tenido una experiencia como esta, así que lo único que hice fue echar la “cremallera” y aguantar las palizas que nos daban. Pasé 18 días en la Cárcel Modelo de Barcelona.
En el año 1975 son indultados regresando a la fábrica. Manolo se afilió al sindicato unitario del Partido del Trabajo (PT) que estaba en ebullición con la organización armada ORT. En un congreso ambas organizaciones se dividen y ante el desmadre del partido muchos optaron por buscar mejor acomodo, unos se fueron al PSUC y otros al PSOE. Los que no se fueron a ninguna parte quedaron totalmente desvinculados de afiliación política alguna. Este es el caso de Manuel Nogales que finalmente se afilió a la CNT, que igualmente se dividió en un congreso en Madrid en dos tendencias: la CGT, más moderada y la que posteriormente se llamaría la FAI.
“La CGT tomó fuerza en la empresa e incluso sacó mayoría absoluta en unas elecciones sindicales. Pero a la dirección de Seat no le interesaba un sindicato de corte revolucionario, por eso le da todo el “poder” a los sindicatos mayoritarios. Así es como funcionan las cosas en este país, o te prestas al juego del poder económico o te quedas con tus ideales en tu casa. 
 En resumen esta es la vida de Manuel Nogales Boya que se jubiló en el año 1994 con el 86,5 % del salario hasta cumplir los 60 años de edad para la jubilación. De lo que no cabe duda alguna es de la integridad en sus ideas y la honestidad de toda su trayectoria de lucha obrera para mejorar las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera, y por las libertades sindicales y democráticas, en constate lucha contra la dictadura de Franco.