Manuel González Fernández

Por Francisco Ruiz Acevedo                                                                                             

                                                                                                                            

En el año 1964 conocí a Manuel González Fernández “Manolillo” cuando yo vivía en Gava. Era un hombre integro y con una rebeldía interior que hoy día a sus 73 años aún conserva. En aquel entonces el movimiento obrero carecía de organización alguna  pero teníamos contactos con Plata, Cazorla, Alguacil, Arquillo que trabajaban en Roca Radiadores y militaban en el PSUC. (menos Cazorla todos son fallecidos). También conocíamos “al Felix” y a la asistenta social de la Compañía Roca; Mª José Pardo y Mª Eugenia Sánchez, de Cáritas.

Manolo había nacido en Riotinto (Huelva) el día 1 de Febrero de 1932 y poco podía adivinar la azarosa y compleja vida familiar y de explotación a que fue sometido desde la tierna edad de 10 años. Riotinto, llamado así por el color de sus aguas al mezclarse con los residuos de las minas, era en aquel entonces la tierra de promisión de numerosos inmigrantes. Desde finales del siglo XIX hasta tres cuartos del XX tuvo un marcado carácter colonial herencia de la ocupación inglesa. El trabajo en las minas era embrutecedor pues todo dependía del esfuerzo personal ante la ausencia de maquinaria.

Sus padres, a los que Manolo adoraba, habían nacido en esta aldea onubense, pero su progenitor enfermó gravemente siendo aún joven, por lo que hizo oposiciones para guardia urbano y por ello fue destinado como vigilante en la cárcel, eran tiempos de la Republica, para custodiar a los fascistas encarcelados. Era un hombre con sentido de clase, sindicalista de izquierda, tal vez de la UGT. Cuando las tropas de Franco tomaron Riotinto uno de los derechistas, que había permanecido en prisión, le identificó y por dos veces escapó corriendo de que le fusilaran salvándole la vida, la última vez, un sacerdote. En Riotinto los republicanos no tomaron represalia alguna con los fascistas.

A raíz de este acontecimiento la familia huyó refugiándose en Azuaga (Badajoz) en donde trabajó en unas minas de plomo situadas en las estribaciones de Sierra Morena, en donde pasó desapercibido. Manolo tenia unos cinco años y su estancia en la escuela fue nula. Prácticamente la cultura que adquirió se desarrollo en la biblioteca del pueblo.

Desde los trece años hasta los veinte y dos estuvo trabajando en las minas de plomo. Su padre murió en el año 1951, con 49 años, como consecuencia de la silicosis que le faltaba la respiración. Cuando cumplió el servicio militar se fue a trabajar al Plan Badajoz haciendo canales con salarios de miseria y viviendo en barracones. Marcha a Aviles, en donde tenia un hermano menor, pero las condiciones de trabajo eran parecidas a un campo de concentración en donde miles de trabajadores dormían en barracones. Era la época en que se estaba construyendo la siderúrgica Insidesa. Estuvo trabajando en la construcción y finalmente la familia logró reencontrarse en Gava.

En 1962 entró a trabajar en Roca Radiadores y entró en contacto con compañeros de la HOAC, como Paco Arias, Doménech, Priego y Balduino que en diversos cursillos le hacen adquirir una conciencia de clase. También entra en contacto con gente del PSUC como Plata y Ruiz Acevedo de la Rockwell Cerdans. En 1965 asiste a las reuniones de la Iglesia de Almeda en donde se fundaron las CC.OO. del Baix Llobregat. En las elecciones de Septiembre de 1966 los trabajadores de Roca le eligen enlace sindical y tiene una participación destacada en la formación de la CC.OO. de fábrica.

En el 1968 despiden a Plata y Cazorla como consecuencia de un paro solidario con los trabajadores de Rockwell Cerdans afectados por un expediente de crisis. En el 1969 Manolo es despedido por Roca Radiadores por destacarse en un paro por reivindicar un salario digno y mejorar las pésimas condiciones de trabajo. La empresa intenta  desahuciar de la vivienda a toda la familia compuesta por su mujer y cinco hijos. Con el asesoramiento del abogado laboralista Francesc Casares logra ganar el juicio en Magistratura referente al despido.

En el año 1971 entra a trabajar en la empresa Laforsa de Cornella en donde tiene una actuación destacada en la formación de la CC.OO. de fábrica.  Este mismo año  ingresa en el PSUC y se convierte en un autentico líder obrero y sindical en la huelga general de Enero de 1976 en solidaridad con los despidos de Laforsa. Una huelga general en donde el dictador Franco había muerto en Noviembre de 1975. La huelga de Laforsa fue una huelga política, las mas larga del movimiento obrero de la comarca. Fue concejal del Ayuntamiento de Viladecans durante diez años. Milita en la actualidad en el PCC (Partit Comunista de Catalunya) del cual es miembro desde 1982 . Aún, jubilado sigue siendo un defensor incansable de los derechos de los trabajadores. La edad no ha hecho mella en su constancia y la rebeldía innata que ha mantenido a lo largo de su accidentada y explotada vida.

La Asociación para la memoria histórica y democrática del Baix Llobregat le rinde homenaje, como peatón de la historia, y le pone énfasis de reconocimiento a toda una vida por su lucha por las libertades sindicales y democráticas para nuestro país.