Juan José Casado Peña

Nací en un pueblo de Burgos en 1956. Primero mi padre y años después mi madre y yo nos trasladamos a Catalunya, al  barrio de Pubillas Casas en l’Hospitalet. Una parte de mi infancia trascurrió allí en un piso que compartíamos con mis tíos. De aquella época, además de los buenos recuerdos de niñez, una de las sensaciones más impactantes que tengo grabadas en la memoria es el especial penetrante olor de los ácidos que desprendían tanto mi padre como mi tío cuando volvían del trabajo en las hilaturas de la Seda, empresa en la que trabajaban ambos. Nada tenía que ver con su higiene personal pero si con una de las características de todas aquellas personas que abandonaron el campo y su entorno para buscar un futuro de trabajo y mejora para ellos y sus descendientes: se habían impregnado de la nueva industria.

A mediados de los sesenta nos fuimos a vivir a la ciudad Cooperativa, el cambio es cualitativamente muy importante, el diseño, la ubicación y el propio principio inspirador de ayuda mutua que rigen la construcción de estas viviendas en régimen cooperativo, determina la singularidad de esta barriada que aparece como un oasis en el inmenso desierto de destructuración urbanística que el franquismo tenía reservada para los productores y sus familias”. Sin embargo no dejaba de ser el extrarradio de un pueblo como Sant Boi, con todo lo que ello comportaba: ausencia de servicios básicos, de transporte público que enlazara con el centro, todo ello obligaba a los residentes a largos recorridos diarios para desplazarse: al trabajo, a los centros de estudio, al mercado, al ambulatorio…

Que duda cabe que si a estas condiciones que se viven en los barrios añadimos la dureza del entorno laboral: jornadas interminables con salarios en muchos casos miserables y en la mayoría por debajo de los precios al consumo y una ausencia absoluta de libertades y derechos democráticos, estamos juntando todos los ingredientes que están en el origen y naturaleza del potente y combativo movimiento obrero que se generó en el Baix LLobregat.

Desarrollé mis estudios de Bachiller elemental en el único Instituto que había, el Rubio i Ors. Empecé a participar activa y organizadamente en el movimiento estudiantil, (las primeras Manis, los primeros encuentros con los “grises”, la primera paliza en un descampado de Cornellà donde protestábamos contra el injusto asesinato de Puig-Antich), movimiento conformado por diferentes expresiones políticas: que aglutinaba desde el pensamiento que teorizaba que la caída de la dictadura significaría el inicio de la revolución “obrera y campesina” y que esta a su vez desembocaría en un estado socialista, hasta aquel que propugnaba gradualmente llegar a ese objetivo pasando por diferentes etapas. Todas ellas posiciones políticas que tenían una fuerte influencia de los acontecimientos que se venían desarrollando en el mundo: Mayo del 68, invasión soviética de Praga, la revolución Portuguesa, y que conformaban un amplio crisol ideológico repleto de estrategias y tácticas que tenían como denominador común la generosidad personal, el ansia de libertad, de democracia y de transformación social.

Simultáneamente empecé a trabajar en una industria del ramo de las Químicas en el polígono Almeda, desde donde viví y participé de las diferentes huelgas generales que se sucedieron en la década de los 70 y que fueron consolidando el movimiento sindical con carácter propio del Baix LLobregat.

No es posible establecer similitudes organizativas entre aquel movimiento obrero adaptado a circunstancias de clandestinidad y especialmente reprimido y perseguido por la dictadura, con el actual, la imposibilidad de actuar en “libertad” obligaba a una practica de sindicalismo de resistencia “empresa a empresa”, limitando sus estructuras al ámbito del centro de trabajo donde allí sí se creaba el marco unitario conformado por todos las tendencias políticas y sindicales existentes en oposición a la única  legalidad: el sindicato vertical.

El salto cualitativo y cuantitativo se empezó a dar en el momento en que, conscientes de aglutinar todas las potencialidades y movimientos antifranquistas, y con todas las dificultades que podamos imaginar, se empiezan a entrelazar las reivindicaciones laborales con las necesidades en los barrios y la lucha estudiantil. Lo habitual en un militante del momento es que participaras a la vez en varios frentes. De aquella época es la constitución de la Asociación de Vecinos de la Ciudad Cooperativa en la que fui elegido vocal de juventud saltándonos toda la legalidad, curiosamente no tenía la mayoría de edad para poder ser titular. Pero eso no nos impedía trasladar al barrio las exigencias de mejora e instalación de equipamientos básicos (significativa en ese sentido fueron las masivas movilizaciones por la doble vía del Carriles y las del ambulatorio), y a la vez, la realidad de los conflictos que se generaban en nuestro ámbito inmediato, las empresas de la comarca, articulando con ello campañas de solidaridad y apoyo: importantes en el 75 con Laforsa y con posterioridad en relación a la huelga de la Roca.

Ese concepto amplio de coordinación se plasmo con fuerza en la huelga general de Laforsa, aquella movilización significó el principio del fin del sindicato vertical, ya nada podría ser como antes y el debate en el seno del movimiento obrero se empezó a centrar en el “modelo” sindical de futuro: movimiento sociopolítico o reconstrucción de sindicatos históricos, comités colegiados o secciones sindicales, asambleismo o democracia representativa, En  lo personal la huelga de Laforsa tuvo una especial significación, conocí a la persona, a la compañera, con la que vengo compartiendo vida, ilusiones y compromiso, y con la que he tenido 2 hijas.

En Abril del 76 la UGT aún ilegal, imponía la celebración de su 30 congreso, apuesta firme, por la inmediata restauración del sindicalismo de clase, libre y democrático, y en la que ingreso en términos afiliativos, recién terminada la “mili” en el año 78, desarrollando distintas responsabilidades, primero como delegado de comité de empresa y posteriormente tareas orgánicas en la estructura del sindicato, Secretario General de Servicios Públicos del Baix Llobregat en el año 90, secretario de Organización de la Unión Comarcal del Baix Llobregat en el año 95 y en el 98 Secretario General del Baix Llobregat, responsabilidad que sigo asumiendo a día de hoy.

Ya con la conquista de la democracia, la llegada de los primeros Ayuntamientos democráticos, y la victoria socialista de Octubre del 82, (terrible año para mi familia, en julio murió mi única hermana, con tan solo 14 años en un trágico accidente). Es la hora de plasmar, y sobre todo de construir sobre parámetros totalmente distintos. Hay que hacer frente a las nuevas realidades, la primera que se nos presenta, la crisis económica que se ceba con especial virulencia en el Baix Llobregat, había días que se cerraban hasta 3 empresas a la vez, (una de ellas en la que yo trabajaba) y el desempleo era cercano al 30% de la población activa.

Una buena ocasión para poner a prueba la fortaleza de la pluralidad sindical, y sobre todo la capacidad para generar alianzas en especial con los Ayuntamientos, y así llegaran los primeros acuerdos contra el paro y la posterior declaración de zona de urgente reindustrialización. Más tarde llegaría la constitución del Consell Economic i social, genuina estructura para la concertación, y el primero que se crea en  Catalunya y la elaboración de los proyectos del plan delta tan vigentes hoy para desarrollar las oportunidades territoriales.

Aquella generación de militantes de los 70 venidos algunos de la inmigración y todos de la pluralidad ideológica, conscientes de haber protagonizado una etapa trascendental en la caída de la dictadura nos disponíamos así mismo a seguir transformando y consolidando derechos para profundizar en la sociedad que habíamos soñado.

Pero sobre todo partiendo de que nada es producto de la casualidad,  y que hoy tanto como ayer, sigue siendo imprescindible la participación y el compromiso personal, para avanzar de futuro,  y en esa línea que ha marcado mi trayectoria vital, hoy sigo aportando mi esfuerzo y trabajo en la UGT y en el PSC como concejal desde el año 99.