Jesús Vázquez Gorón (1924-2006)Por Mª Jesús Vázquez Merino A la memoria de mi padre Jesús Vázquez Gordón nace
en Azuaga, provincia de Badajoz, el 6 de enero de
1924. Estudia educación primaria en la escuela municipal hasta el inicio de la
guerra civil, momento en el que su familia colabora con el Gobierno de
El avance de las tropas franquistas en Extremadura hace que su familia se desplace a la zona roja y que fijen su residencia temporal en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Acabada la guerra civil regresan de nuevo a Azuaga. Las condiciones sociales y de trabajo son pésimas, particularmente para las familias, como la suya, no alineadas con el régimen franquista. Después de cumplir con el Servicio Militar Obligatorio, viene a Barcelona en busca de unas mejores condiciones de vida. Realiza una serie de trabajos temporales como mozo de carga/descarga en el puerto, construcción de pozos para extraer agua, hasta que por fin encuentra su primer trabajo estable en “Construcciones Marsá, S.A.”. Son los días en que conoce a su mujer Maravilla Merino con quien comparte penas, alegrías, el nacimiento de sus 2 hijas, 4 nietos, la juventud, el paso del tiempo, la madurez, la vejez, las lecturas del periódico, la enfermedad y el último adiós el 5 de septiembre de 2006. En 1962 ingresa en la empresa Siemens de Cornellà. “Fue llegar y besar el santo”, a los pocos meses se produce la huelga de septiembre del 62. La empresa lo despide junto a otros compañeros considerados como personal subversivo. La suerte está de su parte, al no firmar la carta de despido Jesús y otros compañeros que tampoco la firmaron son readmitidos. Este acontecimiento supone “el inicio oficial” de su trayectoria de lucha sindical en Comisiones Obreras y de su ingreso en el PSUC. Es la época dura, la represión, las horas en que la lucha obrera no supone un beneficio social inmediato. Son los momentos en los que se conoce a “los peatones de la historia”, ciudadanos que en el Baix Llobregat y en otros lugares compartieron miedos y esperanzas, hombres y mujeres que confiaron en un futuro mejor uniendo sus fuerzas y avanzando para lograr una sociedad más justa y equitativa. Los años de los 60 y 70 son marco temporal de una actividad incesante en la lucha antifranquista. Su casa es la estafeta del “Mundo Obrero y del Treball” y uno de los centros de reunión de las células del PSUC. Es el momento que resulta elegido como delegado sindical en Siemens junto con Antonio García, Antonio Barroso, Antonio Luque y otros compañeros. En 1965
participa en las reuniones de
La
planificación estratégica del PSUC abre un nuevo frente, se trata ahora de
extender el movimiento antifranquista al tejido
asociativo, a las asociaciones de vecinos. Llega la hora de ampliar la lucha,
circunscrita en las fábricas, al ámbito comunitario. Son otra vez los peatones
de la historia los protagonistas. En un principio, Jesús participa en
Este trabajo continuado, tanto a nivel de fábrica como a nivel asociativo, tiene su fruto en las primeras elecciones democráticas después del franquismo, en las que el PSUC obtiene sus mejores resultados. Las disensiones internas del PSUC en el 5º Congreso de 1981 conducen finalmente a la escisión del partido con una nueva formación política PCC. Jesús tenía buenos amigos en ambos partidos. Este hecho, junto con su jubilación en Siemens, un estado de salud cada vez más precario y la creciente profesionalización de la vida política hacen que abandone su militancia activa, no sus convicciones de hombre de izquierdas que las mantuvo hasta su muerte. Esta historia como las de los que le preceden y las que le siguen son la historia de gentes sencillas, trabajadores, inmigrantes, personas que lucharon por la democracia, las libertades y el autogobierno de Catalunya. Es justo que algún libro las recoja. La equidad también exige que no caigan en el olvido, como ya señalo Ignasi Riera, las mujeres de los militantes que compartieron con ellos miedos y esperanzas. También es de justicia mencionar la aportación de muchos jóvenes, algunos hijos de los luchadores a los que se ha hecho referencia en esta obra, otros sin tradición familiar en la lucha antifranquista. Estos jóvenes hicieron lo posible: pintaron paredes, repartieron octavillas, llevaron pancartas, corrieron para salvarse de los grises, prepararon asambleas estudiantiles. Hoy día, algunos de ellos ocupan puestos de especial relevancia en la vida política. Seria deseable que estas páginas fuesen motivo de reflexión. La política no ha de ser sólo gestión administrativa y económica o reconocimiento afectivo de la labor histórica de determinados grupos sociales. Estas páginas tendrían que abrir paso a un reconocimiento vinculante de los ideales del pasado para planificar el futuro.
|