Jesús García Pérez

Nací el año 1.951, en el barrio de “Santiberi” que  hoy forma parte de la “Zona Franca” de Barcelona. Estos barrios que  tan bien describió Francisco Candel, al cual conocí en mi juventud i después vivió durante muchos años junto a la vivienda de mi padre y mi madre.

Fui un joven inconformista y creo que me influyeron mucho las malas condiciones de vida que había en mi entorno. No pasé hambre como muchos otros compañeros que relatan su historia en este libro, pero si que sé que mi padre y mi madre, inmigrantes aragoneses,  sufrieron mucho para poder sacar adelante  a sus dos hijos.

A lo que vamos, por rebeldía propia de una juventud de la época, y por la podredumbre que el régimen franquista invadía, me uní  a lo movimientos antifranquistas.

Quiero destacar, cosa que conocemos todos, el papel que en aquel tiempo tuvieron determinados sectores de la “iglesia”, pero sobre todo, porque a pesar de que  nunca “comulgué” con ellos el apoyo que nos dieron para actuar con libertad bajo su riesgo, y también por supuesto el nuestro, nos permitió desarrollar nuestras actividades.

El año 1967 me incorporo a los movimientos clandestinos organizados, primeros en mis barrios de la Zona Franca de Barcelona i muy pronto en el Baix Llobregat.

Para mi el Baix Llobregat es mi “patria chica” y eso que hace casi 25 años que no convivo con ella. Pero insisto es mi comarca por adopción.

En aquellos años conocí a casi todos los que en estas páginas describen sus vidas en aquella época de lucha contra el franquismo y por la libertad, y además otros, como yo, por una sociedad más justa que la llamamos Socialismo, pero en MAYÚSCULAS.

Llegué a Cornellá allá por el año 1.970 o 1.971. Tenía una habitación en el piso de Ignasi Riera,  con el que compartí compromiso organizativo en aquella lucha. La primera persona que conecté y a partir de ello me comprometí y me ilusioné  con esta comarca fue Emilio García (El León). Inmediatamente conocí a García Nieto (Nepo), que siempre estuvo presente y fue un pilar, nunca será demasiado reconocido por su labor en ésta comarca que fue  vanguardia en la lucha contra la dictadura. También conocí  a todos los “veteranos” que padecieron incluso mucho más por no tener paraguas que los “protegiera” un poco, en los años anteriores a los 60/70.

Me incorporé muy activamente en las Comisiones de Barrios y Fábricas. Trabajé en Procedimientos Mecánicos Raz, en G&S. Serra y en otras empresas más. Posteriormente formé parte del grupo Bandera Roja y después del P.S.U.C como lo hicimos colectivamente todos aquellos jóvenes que estábamos autoorganizados en el Baix Llobregat .

Es en ésta época cuando me proponen y acepto extender la organización, que era “fuerte” en  Cornellà, a la zona de El Prat e incluso Sant Boi , Viladecans y Gavá. Formamos un núcleo de jóvenes impetuosos muy integrados. Félix Moreno (que desgraciadamente nos dejó), Vaquerizo (el largo), Puig (el peli) y otros más, como por ejemplo en Pere Jodar de El Prat, y también el ya entonces reconocido líder de La Seda Faustino Alvadalejo.

Yo, cuando nos fuimos acercando a las postrimerías del régimen franquista “anidé” en El Prat. Para mí ésta siempre será mi ciudad por adopción.

Es curioso que una época tan corta produzca en un ser humano ésta sensación, así es y además siempre que puedo la visito para ver los extraordinarios cambios a bien que se ha producido y sobre todo a las personas que conocí.

Hace pocos días nos dejó para siempre Francisco Cerdá, amigo más joven que yo y que  fue un gran hacedor de nuestra lucha ya entrada la democracia, él y su padre Fernando Cerda, Francisco Alvadalejo, Gómez y muchos más al frente de la entonces muy importante organización sindical de CC.OO de El Prat.

En El Prat trabajé en Júrid Ibérica y en Pianelli Traversa, fábricas del metal, en ellas entendí las claves del sindicalismo, fui  represaliado por defender los derechos de los trabajadores, y me siento muy orgulloso de ello. En ésta época quiero destacar el papel esencial que jugó el despacho laboralista de Luisa Molina (con la que por cierto me casé y tuve tres hijos), ella junto a Josep Mª. Bernat y bajo la tutela de Josep Solé Barberá, primero en el P.  de La Marina , y después en la carretera de La Buñola contribuyeron decisivamente en los éxitos de aquel movimiento.

Posteriormente fui representante en la “Intersindical”  del Baix Llobregat durante mucho tiempo, hasta que constituimos CC.OO.

Un detalle no usual, en la época que trabajé en Pianelli Traversa (que por cierto encabezó la huelga general de 1.975), fue el hecho de que yo fui elegido Presidente de U.T.T. del Sindicato del Metal de la localidad, pero ello jamás fue reconocido por el Sindicato Vertical por que no tenía antigüedad suficiente en mi empresa. A pesar de ello siempre actué como tal, esto es una prueba válida de lo correcto que fue el adquirir espacios de libertad dentro de la Dictadura.

Finalmente, ya en democracia, comparto decisiones sobre la candidatura de el PSUC a la Alcaldía de El Prat, en la que fue elegido nuestro malogrado compañero Antonio Martín (sindicalista de la construcción de El Prat). Recuerdo nuestras “peleas” porque él quería que yo fuera candidato y yo en cambio lo convencí para que fuera él.

Y ahora para acabar, sigo pensando como siempre, pero claro, las ideas hay que adaptarlas a la nueva realidad. Hoy la explotación y los abusos están contra els “nous vinguts”, los inmigrantes de hoy son los inmigrantes de ayer, y la lucha por la igualdad y los derechos continua. Yo personalmente, ahora, me siento comprometido con este colectivo además de estarlo también sentimentalmente.

Quiero acabar diciendo que estas líneas y las de todos los compañeros que también lo han hecho no puede ocultar una realidad fundamental: nuestra acción fue importante y, si se quiere imprescindible, pero, no hubiésemos conseguido acabar con el régimen franquista sin la participación, el compromiso (muchas veces sin ser conscientes de su riesgo) y la determinación de miles y miles de trabajadores, trabajadoras y ciudadanos que tuvieron la valentía de luchar contra un régimen que nos asfixiaba. Valgan estas líneas en su honor. Nadie les va a pedir que escriban lo que hicieron, pero sin ellos lo que hoy vivimos no existiría.

Y para acabar gracias a Francisco Ruiz, Presidente de la Asociación para la Memoria Histórica del Baix Llobregat, por su insistencia para que escribiese estas líneas, sin su perseverancia posiblemente no lo hubiera hecho y nunca olvidaré a mi amigo Carlos Navales que le dio mi número de teléfono para que conectara conmigo.