Jacinto Pérez Delgado

Uno de los fenómenos más característicos de la época franquista y más concretamente la comprendida entre los años 1950 y 1970, fue el desplazamiento masivo de muchos miles de españoles que tuvimos que abandonar nuestros lugares de origen y buscar nuevos horizontes en diferentes puntos de la geografía española, buscando un futuro más seguro para nosotros y nuestras familias, dejando atrás la precariedad, el caciquismo y los sueldos de miseria.

Nací en Montilla, Córdoba, en Abril de 1944,. en el seno de una familia que padeció los crímenes y represalias del régimen franquista.

En los inicios de la guerra, mi abuelo materno, Jacinto Delgado Pérez, salió con su mula desde su casa familiar que tenía en el campo para comprar víveres, como hacía cada semana. Nunca más regresó. Lo fusilaron los franquistas y lo enterraron en el cementerio de Montilla, en una fosa común, junto a otros que, como él, eran republicanos. Ese fue su único delito.

En la certificación literal de inscripción de defunción del registro civil de Montilla de fecha 27 de agosto de 1979 dice lo siguiente: “….se procede a inscribir la defunción de Jacinto Delgado Pérez, nacido en Montilla, provincia de Córdoba, el día diez y siete de octubre de mil ochocientos setenta y nueve, hijo de Jacinto y de Isabel, domiciliado en Montilla, calle Santa Brígida nº 53, de profesión agricultor y de estado viudo de Carmen García García, de cuyo matrimonio tuvieron nueve hijos……”Falleció en las inmediaciones del Cementerio Municipal de esta ciudad, a las cinco de la madrugada del día diez y seis de agosto de mil novecientos treinta y seis, a consecuencia de las heridas sufridas en encuentro con la fuerza pública, según resulta de Carta-Orden recibida y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta ciudad”.

Mi padre Antonio Pérez Laho, tras la guerra vuelve al pueblo, después de pasar 3 años por diferentes puntos de España  con el ejército republicano. Es detenido y encarcelado en Montilla, sufriendo torturas y humillaciones durante varios años. Cuando por fin lo liberaron en 1942 su salud era ya muy débil debido a las continuas palizas y torturas. A finales de 1943  fallece. Nací solo cinco meses después de este hecho. No le llegué a conocer.

Los familiares de aquellas víctimas, tendremos que seguir luchando hasta conseguir que todos los hombres y mujeres que sufrieron aquellos crímenes, se les reconozca  su honorabilidad y el respeto que se merecen.

Dejo atrás aquella etapa negra del franquismo, yo por mi corta edad, apenas la sufrí, pero mi familia siempre la tendrá presente.

En el año 1962, cumplí los 18 años. Salí de mi pueblo para venir a Catalunya, más concretamente a Sant Joan Despí. Aunque aquí no tenía familia, tenía algunos conocidos, y esperaba que con su ayuda podría salir adelante. Por suerte, así fue. Mi agradecimiento a la familia de Antonio González y a Dolores la “Quemá” (ya fallecida), que hicieron que no me sintiera tan solo. Gracias a su hospitalidad, ofreciéndonos su casa, pudo venir mi familia, concretamente mi madre y mis hermanas. Así poco a poco mi situación fue mejorando.

En el ámbito laboral, empiezo a trabajar en “Vidrerías Masip”, situada en Cornellà , y en “Alberto Castro”, empresa metalúrgica situada en Esplugues, hasta que finalmente, en 1968 entro en “Siemens”. Tenía esta empresa una gran tradición de luchas obreras por defender libertades sindicales y políticas.

Junto a la empresa Elsa y otras implantadas en Cornellà, protagonizaron las grandes huelgas del Baix Llobregat, que tantos despidos y detenciones generó en nuestra comarca.

Fue en este entorno, que empecé a tener los primeros contactos con destacados líderes de la lucha obrera, como eran Antonio García, Antonio González (despedido de Siemens, junto a otros 41 compañeros, en septiembre de 1962 en donde comenzó el despertar del nuevo movimiento obrero de la comarca).

En el año 1972 me afilio a CC.OO., y me presento a las elecciones sindicales, siendo elegido enlace sindical de la empresa Siemens. Posteriormente fui elegido miembro del Consejo Rector de la Cooperativa de Consumo Cornellá, en donde conocí a José Mª Lúque destacado dirigente sindical de la empresa Elsa.

En el año 1973, ingreso como militante del PSUC, participando activamente en el comité local de Sant Joan Despí, formando parte de la junta de la AA.VV. Las Planas., desarrollando junto a otros compañeros la vocalía de Sanidad.

Dicha vocalía desarrolló tareas de información y divulgación en diversos temas sanitarios (diabetes, hipertensión, psicología, alcoholismo, drogadicción,…) los cuales, en aquellas fechas, eran bastantes desconocidos para todos nosotros. Dicha labor se llevó a cabo gracias a la ayuda de diferentes especialistas del ambulatorio de la S.S. de Cornellá, entre otro los doctores Isern y Eduardo Alonso de Sant Joan Despí, que en su mayor parte ejercían esta labor colaborando con la entidad.

Paralelamente, otros grandes temas como la educación y el urbanismo, eran los principales déficits de nuestro barrio. Llevamos a cabo grandes luchas vecinales para dar solución a los graves problemas que en estos campos teníamos.

La población de Sant Joan Despí pasó de tener 4.771 habitantes en 1960 a 16.055 en 1970 (11.284 nuevos habitantes), es decir tuvo un incremento poblacional del 236,51 %, la más alta de todos los municipios que comprenden el Baix Llobregat . En el año 1970 se encontraban sin escolarizar 1.507 niños entre 6 y 14 años. La formación profesional (FP de 15 a 16 años) arrojaba un saldo negativo de 510 plazas. En la educación preescolar (menores de 6 años) existía un déficit de 1.207 plazas, que quedaba solapada por la actitud de muchas familias sobre la conveniencia de enviar a sus hijos, de corta edad, a estos centros o guarderías

En el año 1979, después de este periodo de lucha obrera, política y vecinal por acabar con la dictadura franquista, conseguir el bienestar de nuestros barrios y la democracia,  por fin llegan las elecciones a nuestros ayuntamientos, el último reducto franquista que quedaba en el país.

En nuestro pueblo, la candidatura comunista del PSUC, con Carles Riba como cabeza de lista, y de la cual yo formaba parte, consigue la mayoría absoluta. Estaba formada por hombres y mujeres que habían luchado en las asociaciones vecinales y de padres de alumnos para dar solución a los problemas de este pueblo. La honestidad y responsabilidad de todos eran de sobra conocidas por los vecinos. Empieza a funcionar la democracia que más cerca está del ciudadano.

Con los ayuntamientos en bancarrota y las leyes franquistas en vigor que limitaban cualquier iniciativa democrática, empezamos nuestra andadura en el ayuntamiento. Siempre topándonos con leyes locales que frenaban al nuevo consistorio, que en algunos casos debíamos ignorar, o evitar, si queríamos que la democracia se abriera camino.

Tuvimos la gran suerte de tener como primer alcalde democrático a Carles Riba, un hombre honesto, trabajador y con una gran visión de futuro.  Gracias a ello nuestro pueblo tiene hoy grandes equipamientos comarcales (parques Torreblanca, Fontsanta, hospital comarcal,etc…) y una ordenación digna de nuestros barrios.

No por ello dejo de reconocer la gran labor de continuidad y desarrollo llevada a cabo por nuestro segundo alcalde, Eduard Alonso. Tanto con uno como con otro, la relación con la AA.VV ha sido siempre satisfactoria. Esperamos que continúe así, para que se siga teniendo en cuenta la opinión de los vecinos.

Finalmente, quiero agradecer la comprensión y el apoyo que siempre han tenido para con nosotros nuestras familias, mujeres e hijos, que perdieron muchas horas de ocio y relación familiar, por tantas horas dedicadas a nuestras tareas políticas, sindicales y vecinales.

Aquel esfuerzo y dedicación de todos nosotros, fueron nuestra aportación para el cambio político y la consolidación de la democracia. Un homenaje a tantos hombres y mujeres que no pudieron ver el final de la dictadura en nuestro país.