Carmen López Solavera

Me llamo Carmen López Solavera, nací en el pueblo de Huescar de la provincia de Granada, tengo 75 años, soy creyente y de izquierdas.
Crecí en el seno de una familia humilde, mis padres fueron agricultores y soy la penúltima de ocho hermanos. Mi infancia fue humilde, vivíamos de lo que se cosechaba del campo y de los animales para el consumo familiar. Cuando estalló la guerra yo tenia cinco años, pero recuerdo estar atenta a las conversaciones de los mayores, de los  comentarios que se daban  en el entorno y del miedo con que se vivía de los que morían en la guerra y los que fusilaban.
Cuando acabó la guerra civil en España , sino recuerdo mal, me llevaron a un colegio de monjas para aprender a leer y escribir ya que era una escuela, creo que pública o subvencionada. Habían familias que pagaban algo y otras no. Mi madre venia de familia creyente y allí me enseñaron lo poquito que aprendí, se portaron bastante bien conmigo.  En aquella época las diferencias de clases sociales eran muy acusadas, porque había  aulas para niñas ricas y otras de pobres, porque toda la vida creo que fue así, esto  yo lo encontraba normal. En mayo de 1940 hice la primera comunión con un vestido sencillo y limpio de cada día. Recién acabada la guerra muchas niñas la hacían también, aunque como siempre, destacaban las ricas y quedabas marcada por las desigualdades sociales que la propia Iglesia fomentaba. A pesar de que mi madre insistía en que lo dejara para el año siguiente, yo no quise esperar.
Un suceso familiar marcó profundamente mi vida y la de toda mi familia, la detención de mi hermano mayor, me llevaba 18 años, una persona buena, honesta, solidaria y de izquierdas. En el año 1942 o 43 lo detuvieron , encarcelaron y torturaron hasta casi matarlo y fue condenado a muerte, aunque finalmente no fue llevada a cabo. Acusado de ser ”rojo” y de delitos en los que nunca participó. En el pueblo muchísima gente lo defendió y los caciques lo condenaban. En el juicio que se celebró no dejaron entrar a los testigos que iban a declarar a su favor, en cambio le pusieron testigos de cargo, que ni siquiera él conocía. Por respeto a mi hermano que ya no está entre nosotros, falleció hace 23 años, y a los demás miembros de mi familia no quiero entrar en más detalles, hasta por mi misma porque no fue nada agradable, lo que si puedo decir es que lo pasamos muy mal, fue algo muy injusto el que le hicieran tanto daño, tanto a él como a toda mi familia, porque tenia mujer y tres hijos de corta edad. Cinco años permaneció en prisión en los que mi cuñada se quedó sola y los niños sin su padre. Las abuelas y toda la familia les ayudaron contra aquella injusticia que estaban cometiendo con mi hermano.
Vine a Cornellà en el año 45, estuve trabajando en un taller de marroquinería algo mas de 2 años, en agosto del 48 volví al pueblo a casa de mis padres por motivos de salud, hasta entonces había vivido con unas tías y algunos de mis hermanos.
Definitivamente volví a Cornella , esta vez con mis padres y el resto de mis hermanos en agosto de 1956.Cuando pasó lo de mi hermano estábamos la mitad en el pueblo y la otra mitad en Cornellá. A final de los años cincuenta nos decidimos todos a venir a Cornella, concretamente en el año 1956, creo que fue en el mes de agosto de 1956 cuando mi hermano recuperó la libertad. A raíz de todo lo que pasamos y sufrimos no queríamos vivir en el pueblo, alguna vez hemos ido por pocos días, porque también te tira la tierra en donde nacimos.
Mis primeras experiencias de lucha obrera confieso que fueron debidas por mis creencias en el evangelio y en practicar la fe. Fue en el año 1960, cuando a través de mis practicas en la fe, conocí a Oleguer Bellavista, ex-rector de la iglesia Sant Miquel de Cornellà fallecido en noviembre de 2005, con el que me uniría una larga amistad durante toda la vida. Me habló de la existencia de los grupos cristianos de la JOCF, (Juventud Obrera Cristiana Femenina) y posteriormente de ACO, (Acción Católica Obrera),  al que en la actualidad pertenezco.
Yo participaba en la iglesia de Sant Miquel, dando clases de  catequesis a los niños que tenían que hacer la primera comunión y también con los enfermos y disminuidos de la parroquia, que se llamaba Fraternidad, algunos de los que conocí ya están muertos.
Oleguer, me habló de la JOC femenina y con unas cuantas chicas, entre otras Sabina Figueras y Angeles Callejo, formamos un grupo del cual me eligieron responsable, lo cual me fue muy bien para poder conocer los responsables diocesanos de Barcelona y los demás grupos existentes en Barcelona y en el Baix Llobregat. Aquí empecé a darme cuenta  que yo formaba parte de la clase obrera y que tenia que luchar por ella. Recuerdo unas conferencias que dio el abogado laboralista Antonio Cuenca en Almeda que se impartían a las 10 de la noche, lo cual me iba mal en asistir. Oleguer me insistía que lo conocía, que era un cristiano autentico y muy buena persona, me acuerdo que en una de las charlas que dio, también sabia las penurias que pasaban en Andalucía la clase obrera, nos contaba que ir a buscar leña   para calentarse en el invierno, porque en esos tiempos no teníamos otros medios, llegaban los guardas para quitarles la leña que habían cogido en el monte. A mi me llamó mucho la atención que esta persona de aquí, de Catalunya, conociera las cosas que sucedían en Andalucía.
También una noche al regresar de la Iglesia de Almeda, cuando subíamos por la rambla de Cornella, lo noté un poco asustado, porque a él le parecía que lo seguía alguien, yo también me asusté, veníamos en un SEAT 600, me acompañó hasta la carretera de Esplugues cerca de casa, yo no se que pasaba en la dictadura que le perseguían por tener el sentido que tenia de las injusticias y de denunciarlo en las reuniones clandestinas.
 También conocí en esa época a Juan N. García-Nieto. En estas reuniones es donde tomo conciencia de la clase a la que pertenezco, de la dictadura franquista que nos oprimía, y de la necesidad de intentar cambiar la sociedad injusta en la que vivíamos la clase obrera.
En ACO,  a través de este movimiento y las reuniones de revisión de vida, me hicieron madurar como persona y como creyente,  me hace poner mas atención a la vida y a la sociedad. No soporto las injusticias ni la explotación del hombre por el hombre, creo que debemos ayudarnos unos a otros y transmitir a los demás nuestras vivencias y experiencias de todo lo vivido hasta el día de hoy. Mis creencias me hacen poner atención a la vida, intento entender lo que pasa en el mundo, el porque pasan las cosas. A mi me hizo mucho bien espiritualmente conocer a Oleguer Bellavista, también a su hermana María  Dolors, fue muy amiga mía. Me hizo entender la fe de una forma más profunda y adulta, de tener una visión solidaria y de justicia social. Más adelante Oleguer se secularizó y se casó con Pilar Martí Sanahuja. 
Mi primera experiencia de lucha obrera fue en el año 1962 a consecuencia de la huelga de Siemens en Cornellà. Mi participación fue con los 42 despedidos en hacerles llegar el sueldo que solidariamente los trabajadores de la plantilla habíamos recogidos para sus familias. Algunos tenían miedo a las represalias de la dictadura franquista que teníamos en esos años.
Hoy por hoy no participo en ningún partido político. Cuando el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 pase mucho miedo y rompí el carne del PSUC, al que pertenecíamos yo y mi marido Carmelo Gil Labordo, tuve mucho miedo por las consecuencias que podría tomar todo aquello y por temor a que le ocurriese algo a mi familia, mis hijas eran pequeñas.
Yo me casé en agosto de 1966, ahora hemos cumplido 40 años de casados, mi marido ha sido mi mayor confidente, porque me entendió en todo en mi manera de entender la fe y me sigue en mis ideales, porque también es creyente y de izquierdas, muchas veces en nuestras conversaciones, hacemos comentarios y no nos cabe en la cabeza que gente que habían firmado penas de muerte y guerras pertenezcamos a la misma Iglesia católica, porque cuando aprendimos los mandamientos de la ley de Dios, un mandamiento de los principales es no matar, y vemos que a lo largo de la historia no fue así y no se ha cumplido.
En la actualidad los dos estamos en ACO que es un grupo de revisión de vida, creemos que nos hace crecer como creyentes y como personas y para nosotros esto tiene mucho valor y estamos en esa línea de fe y de solidaridad con nuestros semejantes, aunque ya solo sea de pensamiento y conciencia , pues somos ya mayores y nos empiezan a fallar las fuerzas físicas, pero la moral sigue, mientras el cuerpo aguante. Por fortuna conocemos bastantes curas similares a Oleguer Bellavista y Garcia-Nieto, que ojalá  y toda la iglesia católica tuviese la misma visión de justicia social en su conjunto,  quizá no han vivido tan cerca del pueblo como estos curas de ACO.