Antonio Balmón Arévalo

Per Jordi Izquierdo Moreno

La entrevista que sirve de base para esta biografía, tiene lugar en el despacho de la Alcaldía del Ayuntamiento de Cornellà de Llobregat, poco antes de las elecciones municipales. Este peatón de la historia fue elegido alcalde de su ciudad en abril del 2004, de la que ha sido concejal desde 1987.
Alto, con barba  muy corta y gafas; con chaqueta y sin corbata; de sonrisa fácil y mirada que le dan un aire afable; me habla de él de un tirón, ordenadamente, sin grandes elocuencias, sintéticamente. A uno, que lo conoce directamente de la gestión municipal desde hace mucho tiempo, le da la impresión de que habla sin el entusiasmo que le he visto otras veces, cuando se trata de su ciudad, de sus proyectos de futuro. Es normal. Es el protagonista de la entrevista pero no le gusta explicarlo. Lo hace por que se lo han pedido.
Antonio Balmón nació en Barcelona, el 3 de Enero de 1960. Sus padres Antonio y Sabina vinieron desde la provincia de Córdoba (Andalucía) a Catalunya en el año 1957. Se conocieron en la empresa Aguas de Barcelona donde trabajaban, él de peón y ella de sirvienta. Se fueron a vivir a la casa que habían construido en Sant Boi. Allí vivieron hasta que Antonio tuvo dos años. Su precaria salud hizo que sus progenitores buscaran un clima menos húmedo, y  fue así como se trasladaron al barrio de Sant Ildefons. Allí nació su hermano Ángel cuando él tenía cuatro años.
Inició su aprendizaje escolar, a falta de un colegio público en el barrio, en el Liceo Ortega, al lado del cine Pisa. Después, cuando se construyó la Escuela Nacional San Ildefonso, pasó a continuar sus estudios básicos en ella. Recuerdos escolares de la toma de leche para crecer; de los castigos; de tener que cantar los sábados el “cara al sol”; del regalo de un profesor, Horacio Antón, que hizo un libro de poesías - la lectura le ha  acompañado hasta hoy y ahora pretende hacer de Cornella una Ciutat de la lectura”-  Recuerdos también de la infancia en su barrio, de los algarroberos que lo rodeaban: “Sant Ildefons era un barrio aislado. Teníamos pocas cosas. La calle Mossén Andreu era una riera. Nos embarrábamos. Sólo utilizábamos las calles para poder jugar en verano, con el buen tiempo.”
El proceso que desencadenó la Ley General de Educación de 1970 –ley Villar Palasí – es el punto de partida de sus motivaciones. La ley fue rechazada por los estudiantes durante los años siguientes a su aprobación ya que no sólo se había realizado sin su participación, si no que pretendía imponer un sistema de selectividad – la primera prueba fue en el 1975 - que perjudicaba aún más a la minoría de los hijos de los trabajadores que accedían a la Universidad. No recuerda bien-bien el cómo, pero sabe que aquellas reflexiones y motivaciones fueron su primer punto de conexión con alguna gente. “Bueno, fui detectando toda una serie de cosas: observaba como en la calle se manifestaba la gente contra la guerra de Vietnam, cuando venia el 1º de mayo... Y todo eso a mí  me producía una serie de preguntas, de inquietudes, de percepciones y, poco a poco, en el instituto fue donde encontré la gente que me ayudaron un poco a canalizarlo”.
En 1971 pasó a cursar el bachillerato elemental al colegio Sant Miquel que era una extensión del Instituto Jaime Balmes de Barcelona. Al inicio del curso,  el 20 de septiembre,  tuvieron lugar las inundaciones del río Llobregat
a causa de las lluvias caídas en las comarcas del Bages y en la zona norte del Baix Llobregat y que afectaron a más de 20.000 personas y 6.300 viviendas. Fueron muchas horas de angustia, pero también de solidaridad vivida en primera persona. “Recuerdo como llevábamos los colchones al colegio Sant Ildefons... de ver como una ciudad se unía en la desgracia, se ayudaba. Mi padre fue afectado en el centro de trabajo. No sabíamos nada de él, en aquélla época no teníamos teléfono. Hasta que no le vimos no supimos que había pasado. Son momentos que quedan para siempre en tu mente”.
A mitad de curso, en febrero de 1972 para ser más exactos, la ciudad estaba convulsionada por las huelgas de Elsa, Laforsa, Pirelli i Siemens y ocupada por la policía. “Hubo en el colegio Sant Miquel un tema que era el movimiento obrero. Me puse en la mesa del profesor para acabar de preparar el tema y empecé a hablar sobre la importancia de la lucha obrera, fue mi primera conferencia”.  
La relación y simpatía con algunos profesores, hablando y comentando los temas y, fundamentalmente, el entorno escolar, hizo que empezaran a crecer sus inquietudes y a compartirlas con más gente. Junto a otros compañeros creó y dirigió la revista del colegio. Conoció personas de los cursos avanzados vinculadas a los movimientos cristianos, relacionadas con los compromisos sociales en aquel momento de lucha y con la Asamblea de Catalunya. “Me fui implicando poco a poco, a pesar que en mi familia no había nadie que estuviera tan comprometida como las personas con las que me relacionaba”.
En 1974 empieza a militar en la Joven Guardia Roja; en julio tiene lugar la primera huelga general en solidaridad con Elsa y Solvay; en septiembre entra en el Intitut Francesc Macià; y en diciembre se lleva a cabo la segunda huelga general contra la carestía de la vida. ”El primer día en el Instituto es el recuerdo de chavales que llegamos a una clase y, que de esa clase éramos cuatro los que teníamos muchas, muchas inquietudes. Al final del curso, conseguimos un poco aunar a todo el mundo en la necesidad de cambiar las cosas. Fue un curso que empezó de forma torcida, pero que acabó muy bien: hacíamos cursillos, movilizaciones, días de huelga y agrupamos a unos 150 alumnos todos muy unidos y combativos”.
A partir de ahí comienza a entrar, también, en contacto con mucha gente, con  jóvenes de Comisiones Obreras, de organizaciones juveniles y sobre todo jóvenes del entorno del Casino Cultural de Sant Ildefons. “Fue una época muy intensa, muy maja, porque  éramos pocos militantes, pero cada labor que ibas haciendo, poco a poco, nos permitía ir avanzando”. En el Institut Francesc Macià es donde conoce, también, y establece amistad con José Montilla, que después fue alcalde de Cornellà i actualmente President de la Generalitat de Catalunya,

El Casino Cultural de Sant Ildefons es sin duda uno de sus puntos de referencia más importantes. La entidad había sido creada por un grupo de vecinos al edificarse el barrio. Prácticamente permaneció arrinconada y olvidada hasta que, por unos cambios de sus estatutos, se inicia un proceso que permitió la entrada de jóvenes ya comprometidos y que en 1974 pasan a dirigir la entidad. Se realizan actividades para los jóvenes de tipo cultural,  social, recreativo y, al mismo tiempo, otras de carácter cívico y relacionadas con la denuncia de la falta de infraestructuras y servicios que tiene el barrio, convirtiéndose, al igual que antes lo había hecho el Centro Social Almeda, en una escuela de democracia, en  referente para la juventud movilizada. “El Casino es el descubrimiento no tan solo de la vida de entidad sino, un poco también, del poder compartir sentimientos. Me permite conocer más Catalunya, viajar, hacer excursiones, ver otros valores; tener oportunidades de poder hacer una serie de cosas, cine, libros...pero también de conocer gente - Faelo, Concha, Esther que ya murió, el Chico, Putillas...-  de intentar construir algo nuevo y diferente. Yo creo que el Casino es una de las cosas que más me permitieron dar intensidad, diríamos, a todas aquellas sensibilidades e inquietudes que yo tenía”.
A finales de 1975, recién muerto el dictador, participa en una escisión en el Partido Comunista de España (Internacional) y al cabo de poco tiempo ingresa en las Joventuts Comunistes de Catalunya (JCC) i el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). “Yo milito con la gente de mi barrio, de Sant Ildefons, en una célula, en un comité de barrio y entonces yo me instalo más a hacer política donde tengo el centro de trabajo y empezamos a montar el PSUC, con mucha más gente en Sant Boi. A primeros de 1976 se había incorpora al mundo del trabajo en una pequeña empresa de laboratorios, de Sant Boi de Llobregat. Esta incorporación es fruto más del compromiso que de las necesidades económicas de su familia. “Es cuando descubro que necesitamos autonomía económica para poder atender algunos proyectos personales con más libertad, para tener, digamos, menos hipotecas de movimiento en esta vida, y me doy cuenta de que esa libertad que yo tengo no la tiene todo el mundo”.
La actividad política clandestina del momento es muy intensa. Es tiempo de reuniones en despachos de abogados, en las células, para ir analizando la transición que se abre hacia la democracia y analizar el papel de todos en este nuevo contexto político; de trabajar en la creación de nuevas células y grupos de apoyo; de participar en la vida política asociativa y en la lucha de Cornellà - en la campaña por la canalización del rio, en la huelga general por Laforsa, en la manifestación pel Drets dels joves i l’Amnistia - en las actividades en torno a la Asamblea de Catalunya de Cornellà, en la concentración del 11 de setembre a Sant Boi; de vivir “momentos dulces” con la legalización del Partido Comunista de España (PCE) y del PSUC, los primeros mítines.. y momentos no   tan dulces como los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha (Madrid).”Yo participé en los movimientos social y estudiantil, con mucha gente de diferentes orientaciones en la izquierda pero nunca destaqué, no era mi intención. Quiero decir que todos participábamos, todos hacíamos. Evidentemente en muchos momentos yo he tomado unas responsabilidades dentro de los movimientos organizativos y políticos de la localidad y también de la comarca, pero creo que a mí lo que más me aportó fue compartir con muchos jóvenes de aquella época como canalizábamos nuestras energías, nuestras  reivindicaciones y nuestra rebeldía, de cara a conseguir una sociedad más justa”. Una transición que culmina participando en las primeras elecciones democráticas, en junio de 1977, apoyando la candidatura del PSUC.
Una de sus preocupaciones, sobre la que insiste reiteradamente, es el hecho de acompasar sus posturas y planteamientos – lo que él llama el ritmo de la velocidad - a los de la gente que le rodea, a sus compañeros, a su familia. Por él hubiera sido más radical, pero intentaba siempre aproximar posturas, conciliar posiciones. Por eso lo llamaban “el bisagra”. “Aunque tengo un carácter vehemente, es cierto que independientemente de mis propias posiciones después busco el cómo hacer que la gente encuentre el espacio de relación, de comodidad, de acuerdo”. Esta actitud le permite contactar con personas de diferentes ambientes políticos y estar siempre abierto a relacionarse con mucha gente y, más adelante le es de gran ayuda, cuando llega la democracia y se produce un cierto desencanto “A mí – este adecuar mi velocidad aunque parecía conservador - me ayudó un poco a serenar mi reflexión y a situarla en una realidad que no era tan frustrante. Nos pensábamos que íbamos a cambiar todo muy deprisa y la sociedad no tiene la misma velocidad que nuestras ideas. Eso era algo que siempre había pensado y que me ayudó a temperar mi compromiso”.
Destaca a lo largo de esta entrevista, muy especialmente,  el trabajo y el modo de hacer política en la comarca (Baix Llobregat) y que desde fuera no se comprendía; la importancia del movimiento intersindical, con Carlos Navales y Miguel López entre otros muchos, en el que participó como delegado de
Comisions Obreres desde las primeras elecciones sindicales celebradas a primeros de febrero de 1978; o la clara apuesta de la “gente del Baix”, en el I Congrés de la Joventut Catalana celebrado en 1977 en el paraninfo de la Universidad de Barcelona - en el marco del Congrés de Cultura Catalana - de crear un gran movimiento juvenil democrático, plural e independiente y los líos que todo esto provocaba en las juventudes comunistas. “Éramos gente siempre inquieta, que no tan sólo se fijaba y paraba en lo que tenia, sino en ver diferentes posibilidades y en abrir diferentes puertas, sin cerrar precipitadamente, muchas veces, ninguna”.
En enero de 1978, como consecuencia del enfrentamiento de los sectores pro-soviéticos y eurocomunistas, abandona el PSUC. Se abre un período de poco más dos años en el que deja la militancia directa en la comarca y en Cornellà, aunque sigue participando en las movilizaciones – por ejemplo la manifestación en septiembre en denuncia de los déficit de la enseñanza en la ciudad -  y se mueve, sobre todo, en ambientes y grupos de Barcelona.
“Hago otro tipo de vida personal, ligada a la ciudad pero, sobre todo, distanciada en aquel momento de la situación crítica que aquí se vivía y que a mí me aportaba bien poco”.
Es un tiempo de mucha participación y consultas democráticas: la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978; las elecciones generales en marzo y las municipales en abril de 1979 y la aprobación -por un 88% de los catalanes- del Estatut de Catalunya en octubre del mismo año; y las primera elecciones al Parlament de Catalunya, en marzo de 1980. Es también para él un tiempo de desorientación profesional y de formación.  Deja el Institut Francesc Macià y se incorpora después a estudiar sociología en el Institut Católic d’Estudis Socials de Barcelona (ICESB). Este centro es promocionado por el obispado de Barcelona y en él daba clases Joan N. Garcia-Nieto, sacerdote jesuita vinculado a la ciudad de Cornellà y a la comarca, creador de la Escuela de Formación Social del Baix Llobregat, que por sus pensamientos y compromiso personal ha sido un claro punto de referencia e influencia para una gran mayoría de los jóvenes concienciados de la comarca.
En el ICESB, junto a
una nutrida representación de estos jóvenes comprometidos, adquiere la formación necesaria para afianzar sus convicciones, el marco ideológico y doctrinal sobre lo que consideraba que había que hacer, el reforzamiento teórico de aquello que se defiende en la práctica. “Es el lugar donde puedo traducir todas esas inquietudes, todas esas reflexiones, en un tiempo mucho más tranquilo, más sosegado. Donde aprender,  formarte y profundizar, desde el punto de vista más teórico, en que significa la política como convivencia social, el por qué nos lleva a defender toda una serie de cosas”.
El 23 de febrero de 1981 tiene lugar el intento de golpe de estado con el secuestro del Parlamento Español por un grupo de guardias civiles. Recuerda con orgullo la postura y actuación que mantuvieron aquella noche y la concentración al día siguiente en Comisions Obreres del Baix Llobregat. El 23 de abril del mismo año vuelve a tener militancia concreta cuando se incorpora a la Agrupación del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) de Cornellà, de la que es escogido primer secretario en 1982.
La entrevista ha llegado a su fin. Ya de pie, antes de despedirnos, le pregunto por su mujer Gemma y su hija Helena. Noto que su voz se modula cuando me habla de ellas, se vuelve más cálida, más emotiva. Creo ver, a través de las gafas, un brillo diferente en los ojos de este joven peatón de la historia.

N.B Antonio Balmón es en la actualidad Alcalde de Cornellà de Llobregat,  conseller del Consell Comarcal del Baix Llobregat y forma parte de la junta de govern de la Mancomunitat de Municipis de l’Àrea Metropolitana de Barcelona.